Cuando hablamos de medio ambiente nos referimos a una serie de aspectos atmosféricos, ecosistémicos, químicos, físicos, tróficos… que no se encuentran en una especie de caja cerrada y que no afectará únicamente a lo que se encuentre dentro de ese cubículo aislado. O, en caso de que queramos entenderlo así, deberemos asumir que nosotros y todo el resto de planeta tierra estamos dentro de esa caja. Con lo cual, cualquier cambio en cualquiera de los aspectos que hemos nombrado dentro del término medio ambiente estarán afectándonos a nosotros directa o indirectamente. Por ejemplo, para que nos entendamos, un cambio físico en la dinámica de corrientes oceánicas podrá estar provocando un cambio en la distribución de organismos planctónicos, que obligará a organismos nectónicos a cambiar sus movimientos de desplazamiento, que hará que un área determinada que antes era rica en alimento para superdepredadores deje de serlo y así llegar a una inesperada mortandad de una determinada especie, rompiendo así el equilibrio del ecosistema marino y cortando también el recurso pesquero de esa zona. Este ejemplo podría valer para el sistema cerrado del que hemos empezado hablando. Bien sabemos que la realidad no es así y que la tierra no es un sistema cerrado y aislado de los efectos que pueda ejercer en ella el resto de universo.
Hablemos un poco del efecto mariposa. “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, es el proverbio chino que, junto con las teorías matemáticas del investigador matemático y meteorólogo Edward Lorenz, defienden que una pequeña perturbación seguida de un proceso de magnificación puede generar efectos devastadores a corto y/o medio plazo.
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